Continuamos con otro capítulo referente al Habla Murciana, de nuestro compañero Paco Ramírez Munuera
En el litoral murciano,
situado en el confín suroccidental de la Región, encontramos el municipio de
Águilas, el más alejado de la capital; la antigua Urci, una de las primeras
urbes de la Hispania Romana, fue oppidum fronterizo
entre la Bética y la Tarraconense. En su puerto estaba la torre
defensiva que el geógrafo Al-Idrisi cita como Hisn Aqila: “Una pequeña fortaleza situada sobre el mar,
siendo el furda, puerto comercial de Lorca, de la que dista 25 millas”.
Durante los siglos X al XIII serían
los árabes quienes habitaran el lugar; del antiguo hisn musulmán no se tendrían
noticias
hasta bien
avanzado el siglo XVI, cuando Felipe II mandara organizar la protección del
litoral iniciándose la construcción de torres vigías, ya que en la
costa había barcos corsarios que atemorizaban a la población. Serían los
propios campesinos quienes vigilaran las playas por donde desembarcaban los
piratas; la expresión ¡Alarma, moros en la costa! tuvo su origen
en la frecuencia con que los berberiscos hacían incursiones, sorprendiendo y
arrebatando gentes, ganado y todo cuanto pillaban.
Lorca construyó un
torreón en el puerto de Susaña (Mazarrón) y una atalaya en el sitio de Cope,
que contaba con diversos reductos y cañones para su defensa; el puesto estaba
dotado también de numerosa guarnición, ya que allí tenía la capital lorquina
sus puntos de almadraba, obteniendo pingües beneficios de la captura del atún. La
guarnición defensiva vigilaba el tramo de costa próxima, debiendo hacer aguadas
de noche y fuegos o almenaras de día para, a través de castillos o torres
intermedias, comunicar con Lorca.
Ya bajo el reinado de Carlos
III, el conde de Aranda promovió la construcción de una villa en la zona del Puerto, al abrigo proporcionado por la torre
defensiva; la nueva urbe se desglosó de Lorca y recibió término propio, lo que hizo que se
proyectara un castillo; aquí tenemos la fortaleza de san Juan de las
Águilas, dominando la ciudad y su puerto.
.
El litoral aguileño es accidentado y rocoso, pero tiene
también una gran profusión de calas y bahías (Calabardina,
Calarreona, Calnegre...), que
facilitan la actividad de la pesca; allí encontramos
parajes tan singulares como la Isla del Fraile, el Cabezo de las Cuevas, el
Pico del Aguilica o la Cabeza del Caballo. El
Pico del Aguilica es una formación rocosa natural, fruto de la erosión del mar
y del viento, que se asemeja al pico de un águila sobresaliendo de las aguas. Cerca del
Pico se encontraban las cuevas, unas viviendas trogloditas naturales con buenas
condiciones de habitabilidad, ya que dentro de ellas la temperatura se mantenía
constante y resultaba siempre agradable.
La zona fue también minera y tuvo una incipiente
industria asociada a la barrilla, que se empleaba para hacer jabón. El puerto
aguileño se utilizó para el comercio y la exportación, principalmente de
esparto y materiales férreos; por su embarcadero salía el mineral procedente de las minas del Alto
Almanzora, a través del ferrocarril gestionado por la empresa The Great Southern of Spain Railway Company
Limited. El auge de la actividad minera propició que se asentara en Águilas
una importante colonia británica. Los ingleses influyeron en varios
aspectos de la vida aguileña; uno de ellos fue el religioso: la Reforma
protestante se introdujo desde Inglaterra a finales del siglo XIX. Los primeros
pastores presbiterianos y los colportores de la zona fueron británicos; de
aquellos tiempos aún existen en la localidad iglesias baptistas y pentecostales.
Pero un aspecto en que
resultaron auténticamente pioneros fue en la práctica del futbol, que era prácticamente desconocido en nuestro
país. Se cree que, tras Huelva y Bilbao, Águilas fue la tercera población en
jugar al balompié, nombre con el que se españolizó este deporte. Los aguileños
pronto asumirían el original argot futbolístico inglés, adaptándolo a su
particular dicción; ello dio lugar al surgimiento de anglicismos como: chut (shoot=chute, patada), corner
(fuera de esquina), fau (fault= falta), furbol (futbol=balompié),
orsai (off side=fuera de juego), penalti
(castigo)…
También
la presencia de navíos mercantes, el comercio, las explotaciones mineras y
ferroviarias hicieron que la presencia extranjera diera lugar a una serie de
barbarismos que todavía perduran en algunos puntos de la costa murciana. En Anglicismos del litoral murciano, Juan
Antonio Sempere incluye un conjunto de voces y expresiones de las que recogemos
aquí una pequeña muestra:
Aligüey:
Estupendo, extraordinario. Debe
proceder de all is well: todo va bien
Babi: Guardapolvos
de niño, procedente de baby: bebé
Chambi:
Derivado de sándwich: porción de
helado emparedado entre dos obleas
Chan: Extranjero;
de John: Juan
Chipi moni: Dinero;
de cheapie money: calderilla
Fai: Puñetazo; del inglés fight: lucha, pelea
Faty: Gordo;
del inglés fat: grueso
Moni: Dinero.
Del inglés money
Guasinta: Variedad
de naranja nável guasintona, de
Washington.
Guatis: Baño
de mar
Mamiblu:
Fellatio
Moni:
Dinero.
Del inglés money
Parchesi:
“Parchís”.