Minería, pesca y agricultura fueron ocupaciones tradicionales de la comarca cartagenera; estas formas de vida influyeron en el espíritu de sus gentes, quedando reflejadas en los nombres de lugar que habitaron. Doña Emilia García Cotorruelo en Estudio sobre el habla de Cartagena y su comarca dice que la mentalidad providencialista del minero generaría topónimos tales como Encontrada, Suerte, Deseada, San Antonio, San Juan, Consuelo, etc. Del gremio marinero señala denominaciones propias de su actividad, como son Bol del Jurel, Cala Anguila, La Chapineta o Tajo de los Cuervos; por último, referido al ámbito rural cita antropónimos asociados a propietarios de fincas o caseríos: Los Pérez, Lo Conde, Lo Cotorruelo, Lo Poyo....
Por su singularidad llaman la atención estas
últimas formas toponímicas, que aparecen en el Campo de Cartagena; allí son
habituales los nombres de lugar precedidos de artículo, como puede ser el caso
de Los Muñoces, Los Nietos, La Unión, La
Aljorra, El Algar, Lo Pagán, Lo Romero..., pero entre ellos destacan estos
últimos, basados aparentemente en apellidos a los que se antepone la partícula Lo, una forma constructiva poco habitual. El caso es que esta forma constructiva en absoluto
puede considerarse habitual; más bien al contrario, se podría decir que resulta
un tanto extraña.
Indagando en trabajos de lingüística no hemos
encontrado grandes estudios al respecto, ni tampoco parece existir certeza
total sobre el tema entre historiadores y autoridades en filología. Quien fuera el Jefe de Publicaciones del
Archivo Municipal de Cartagena, don Alfonso
Grandal, habla de nombres de lugar basados en apellidos de los repobladores y
argumenta el caso de onomásticos precedidos del determinante lo, apelando a la fórmula:
lo de + apellido, hoy reducida a lo +
apellido: Lo Pagán, Lo Romero, lo Tacón, lo Campano, lo Subiela, etc. Se
trata de antiguas posesiones de un propietario de ese apellido y no tiene,
desde luego, nada que ver con el artículo aragonés y catalán lo, como a veces se ha dicho, ni con la
mudez de la -s final del habla local.
La doctora Consuelo V. Hernández Carrasco en
su trabajo sobre toponimia romance asume la tesis de Grandal, en cuanto a lo + de + apellido, pero justifica el
determinante lo como artículo neutro
aragonés y dice que el hecho de que se pierda la de obedecería a una relajación fonética del habla popular murciana.
Consultando el portal de Datos
Espaciales de la Comunidad Valenciana observamos que también en tierras alicantinas aparecen multitud de lugares, parajes y
caseríos cuyos nombres tienen esta misma forma constructiva: Lo Colorado, Lo
Guerra, Lo Valero, Lo de Bru, Lo Ballester, lo Carrasco, lo Jiménez, Lo Reche, Lo
de Reig, Lo de Vigo, Lo Capitán...
Esta es una muestra de los 1.250 nombres de
este tipo que incluye el citado portal. Como vemos, los topónimos formados con Lo no son exclusivos de la Región de
Murcia; al contrario, aparecen con mayor frecuencia en la Comunidad Valenciana.
También observamos algo curioso: el portal cita Lo de Vigo y Aljibe Lo Vigo
Viejo; hay distintas formas de nombrar el sitio, cosa que también ocurre con Lo
Reche y Finca lo de Reig, un lugar que figura con estas dos acepciones.
La historiadora Remedios Muñoz Hernández, en
su obra De la Marquesa a Los Montesinos, hablando de los orígenes del
asentamiento humano en la antigua albufera de Orihuela, dice:
La expulsión de los moriscos en 1609 y la epidemia de peste en 1648
paralizaron la iniciativa repobladora. No obstante, para estos años adversos,
se han localizado sendos establecimientos en las haciendas conocidas con los
nombres de Blanch y Reig, que han llegado hasta nuestros días con estas últimas
denominaciones.
Esta profesora, natural de Los Montesinos, nos
muestra un mapa de la zona que reproducimos aquí, en el que los predios
anteriormente citados aparecen como Lo Blanc y Lo Reig, junto a lugares como Lo
Sastre, Lo de Montanaro, La Marquesa, Los Pérez, La Rafaela, Los Pinicos... Una
variedad de formas toponímicas que sugieren distintas procedencias o etapas
repobladoras.
De la Marquesa a Los Montesinos
Inicialmente la repoblación de la comarca
oriolana se nutriría con gentes del reino de Valencia; posteriormente, la
colonización auspiciada por el cardenal Belluga supondría la desecación de
marjales y la roturación de tierras que serían entregadas a nuevos colonos. Estos
hechos históricos son indicativos de la mezcla de habitantes y confluencia de
hablas que se dieron en la Vega Baja, lo que podría explicar la disparidad de
sus denominaciones.