He vuelto a
Nimes cuarenta años después de que nuestro respetado Paco Bernabeu me enviara a
reconocer el terreno y visitar con el delegado de la Confederación, un catalán
apellidado Tarrés- unos grupos de emigrantes murcianos que andaban por aquellos
lares despampanando viñas. La experiencia de diez días me sirvió para conocer in
situ el mundo de la emigración en el sur de Francia, muy distinto al resto
de Europa. Entre otras cosas, los temporeros tenían algunas dificultades para
enviar dinero a España, especialmente si lo cobrado no estaba respaldado por la
hoja de paga.
Poco tiempo después de la fusión de 1976,
la Caja desplazó hasta doce compañeros a visitar, recoger y llevar al Credit
Lyonnais el dinero que los vendimiadores de la Vega Baja y de Murcia sudaban en
interminables jornadas al fin del verano. Pepe Asensio, Escribano, Eduardo
Fernández, Carlos Meseguer, Luis Molina, Manolo Munuera, Manolo Gómez, Angel
Sánchez…recorrieron los mases, las estaciones de trenes y las paradas de
autobús para localizar a los clientes y facilitarles el envío de los francos
franceses a nuestras oficinas en Lorca, Totana, Abanilla, Orihuela…, allí de
donde procedieran…
Ahora Nimes –centro de atracción turística
donde los haya- me ha parecido otra cosa, pero la ciudad sigue sitiada
por interminables filas de vides que, gracias a la crisis que nos invade,
es fácil que pronto vuelvan a ver vendimiadores españoles.
Toni Gil