Ofrecemos un nuevo capítulo de "El Habla Murciana" de nuestro compañero Francisco Ramírez Munuera
Esta
comarca comprende una vasta extensión territorial que tiene su centro de
influencia en la ciudad de Lorca, una de las poblaciones más antiguas del
histórico reino de Murcia. La plaza, que figuraba en el Itinerario de Antonino
con el nombre de Eliocroca, ya estuvo presente en
el congreso eclesiástico de Elvira. Posteriormente, durante la dominación goda formó parte
del reino de Teodomiro y pocos años después de la conquista sarracena, por el
tratado de Abd al-Aziz ibn Musa,
se integraría en el Califato musulmán; la denominación actual deriva precisamente de la medina
islámica Lurqa, erigida en el cerro de la Sierra del Caño.
A
lo largo de la Edad Media la impresionante fortaleza ejercería influencia sobre
un vasto territorio, siendo pieza clave durante más de dos siglos por su
carácter fronterizo con el reino nazarita de Granada. En la segunda mitad del
siglo XIII se iniciaría la construcción de las torres defensivas: la Alfonsina,
situada en la parte central y más alta del cerro del Castillo como torre del
homenaje, fue levantada por orden del Rey Sabio, sustituyendo a un torreón
musulmán de menores proporciones; la del Espolón, de planta cuadrada y con
altos muros, se alza en el extremo oeste del complejo amurallado.
Según
el arabista Emilio Molina la villa, rival de Murcia y una de las madinas más
importantes de la Cora de Tudmir, contaba con un perfil urbanístico completo: hisn fortificado donde residía el
arráez, alcazaba protegida por sólidas murallas que constituía la madina, (recinto habitable cercado, en
cuyo interior había varias mezquitas, alcaicerías, baños, alhóndigas y zocos).
En suma, la población contaba con todos los elementos urbanísticos y servicios
públicos precisos para el desarrollo de una floreciente actividad, lo que le
suponía una importante fuente de ingresos; desde ella se regían además los
arrabales y su gran extensión de tierras circundantes.
La Lurqa musulmana rivalizaba con Murcia, era independiente de los huditas y se negó a prestar vasallaje a Castilla; siendo Muhammad ibn Alí uno de los arraeces que no suscribieron el Acuerdo de Alcaraz, el Infante D. Alfonso hubo de tomar el sitio por la fuerza en 1244. La plaza capituló, pero continuó siendo el centro de una rica comarca y se convirtió en la llave del reino castellano, como base de partida para las incursiones en territorio enemigo.
Tras
el fallecimiento de Fernando III en 1252, el nuevo rey Alfonso X impuso el modelo cristiano y ordenó dos
repartimentos que desplazaron a la población islámica;
los frailes de la
Merced se establecieron en el castillo y las mezquitas se transformaron en iglesias. Nos dice el historiador Abelardo
Merino Álvarez en su obra Geografía
histórica de la provincia de Murcia (1981:146), que el Rey Sabio: “Facer
mandó en Lorca la torre Alfonsi”.
Vista de
la torre Alfonsina y la muralla Fuente: El
Castillo de Lorca
Como hemos dicho, Lorca se convirtió en la llave del reino
castellano. Pero la
política regia de hegemonía cristiana en el territorio no fue aceptada por los
musulmanes, desencadenándose en 1264 la sublevación mudéjar. Mientras que
Murcia cayó en manos de los sublevados, en Lorca sólo se reveló la villa; ante
esta situación, la guarnición castellana de la fortaleza lorquina, al mando de
Diego Sánchez de Bustamante, aguantó el envite de los muslimes y mantuvo el
pendón cristiano ondeando en el alcázar. Sofocada la revuelta, el sitio
entraría a formar parte de las estructuras castellanas; consciente de su
importancia, el monarca castellano-leonés le concedería privilegios mediante el
Fuero de Lorca, dando a sus vecinos casas y heredamientos en la villa y el alcázar.
En
la actualidad Lorca es el segundo municipio de mayor extensión de toda España y
su vasta extensión territorial se organiza en diputaciones. Por otra parte, la
orografía de estas tierras viene determinada por su localización en plena
depresión prelitoral, siendo Águilas el punto de salida al mar de Lorca durante
la Edad Media; todo ello daría lugar al desarrollo de una gran variedad de
paisajes, formas de vida y culturas.
Estos
factores sin duda han contribuido a que el léxico lorquino presente notables
diferencias de unas zonas a otras; así, observamos que la subvariedad
lingüística que hace frontera con el dialecto andaluz se prolonga, desde Águilas
y Puerto Lumbreras, por una amplia franja de la provincia de Almería
comprendiendo Albox, Los Vélez, Huércal-Overa y María, poblaciones que forman
parte de la llamada Andalucía murciana.
Como rasgo fonético más destacado se distingue la aspiración de la h realizada como plena gutural: jámago, jarapa, jaldares, jartá, jumarra,
jumarrera, jumera, jurgonero.