jueves, 30 de enero de 2025

ÁGUILAS

 Continuamos con otro capítulo referente al Habla Murciana, de nuestro compañero Paco Ramírez Munuera

 

En el litoral murciano, situado en el confín suroccidental de la Región, encontramos el municipio de Águilas, el más alejado de la capital; la antigua Urci, una de las primeras urbes de la Hispania Romana, fue oppidum fronterizo entre la Bética y la Tarraconense. En su puerto estaba la torre defensiva que el geógrafo Al-Idrisi cita como Hisn Aqila: “Una pequeña fortaleza situada sobre el mar, siendo el furda, puerto comercial de Lorca, de la que dista 25 millas”.

Durante los siglos X al XIII serían los árabes quienes habitaran el lugar; del antiguo hisn musulmán no se tendrían noticias hasta bien avanzado el siglo XVI, cuando Felipe II mandara organizar la protección del litoral iniciándose la construcción de torres vigías, ya que en la costa había barcos corsarios que atemorizaban a la población. Serían los propios campesinos quienes vigilaran las playas por donde desembarcaban los piratas; la expresión ¡Alarma, moros en la costa! tuvo su origen en la frecuencia con que los berberiscos hacían incursiones, sorprendiendo y arrebatando gentes, ganado y todo cuanto pillaban.

Lorca construyó un torreón en el puerto de Susaña (Mazarrón) y una atalaya en el sitio de Cope, que contaba con diversos reductos y cañones para su defensa; el puesto estaba dotado también de numerosa guarnición, ya que allí tenía la capital lorquina sus puntos de almadraba, obteniendo pingües beneficios de la captura del atún. La guarnición defensiva vigilaba el tramo de costa próxima, debiendo hacer aguadas de noche y fuegos o almenaras de día para, a través de castillos o torres intermedias, comunicar con Lorca.

Ya bajo el reinado de Carlos III, el conde de Aranda promovió la construcción de una villa en la zona del Puerto, al abrigo proporcionado por la torre defensiva; la nueva urbe se desglosó de Lorca y recibió término propio, lo que hizo que se proyectara un castillo; aquí tenemos la fortaleza de san Juan de las Águilas, dominando la ciudad y su puerto.

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El litoral aguileño es accidentado y rocoso, pero tiene también una gran profusión de calas y bahías (Calabardina, Calarreona, Calnegre...), que facilitan la actividad de la pesca; allí encontramos parajes tan singulares como la Isla del Fraile, el Cabezo de las Cuevas, el Pico del Aguilica o la Cabeza del Caballo. El Pico del Aguilica es una formación rocosa natural, fruto de la erosión del mar y del viento, que se asemeja al pico de un águila sobresaliendo de las aguas. Cerca del Pico se encontraban las cuevas, unas viviendas trogloditas naturales con buenas condiciones de habitabilidad, ya que dentro de ellas la temperatura se mantenía constante y resultaba siempre agradable.

La zona fue también minera y tuvo una incipiente industria asociada a la barrilla, que se empleaba para hacer jabón. El puerto aguileño se utilizó para el comercio y la exportación, principalmente de esparto y materiales férreos; por su embarcadero salía el mineral procedente de las minas del Alto Almanzora, a través del ferrocarril gestionado por la empresa The Great Southern of Spain Railway Company Limited. El auge de la actividad minera propició que se asentara en Águilas una importante colonia británica. Los ingleses influyeron en varios aspectos de la vida aguileña; uno de ellos fue el religioso: la Reforma protestante se introdujo desde Inglaterra a finales del siglo XIX. Los primeros pastores presbiterianos y los colportores de la zona fueron británicos; de aquellos tiempos aún existen en la localidad iglesias baptistas y pentecostales.

Pero un aspecto en que resultaron auténticamente pioneros fue en la práctica del futbol, que era prácticamente desconocido en nuestro país. Se cree que, tras Huelva y Bilbao, Águilas fue la tercera población en jugar al balompié, nombre con el que se españolizó este deporte. Los aguileños pronto asumirían el original argot futbolístico inglés, adaptándolo a su particular dicción; ello dio lugar al surgimiento de anglicismos como: chut (shoot=chute, patada), corner (fuera de esquina), fau (fault= falta), furbol (futbol=balompié), orsai (off side=fuera de juego), penalti (castigo)…

También la presencia de navíos mercantes, el comercio, las explotaciones mineras y ferroviarias hicieron que la presencia extranjera diera lugar a una serie de barbarismos que todavía perduran en algunos puntos de la costa murciana. En Anglicismos del litoral murciano, Juan Antonio Sempere incluye un conjunto de voces y expresiones de las que recogemos aquí una pequeña muestra:

Aligüey: Estupendo, extraordinario. Debe proceder de all is well: todo va bien

Babi: Guardapolvos de niño, procedente de baby: bebé

Chambi: Derivado de sándwich: porción de helado emparedado entre dos obleas

Chan: Extranjero; de John: Juan

Chipi moni: Dinero; de cheapie money: calderilla

Fai: Puñetazo; del inglés fight: lucha, pelea

Faty: Gordo; del inglés fat: grueso

Moni: Dinero. Del inglés money

Guasinta: Variedad de naranja nável guasintona, de Washington.

Guatis: Baño de mar

Mamiblu: Fellatio               

Moni: Dinero. Del inglés money

Parchesi: “Parchís”.

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