martes, 28 de mayo de 2024

MELIASFOBIA



Después del fiasco de las melias de la avenida de la Constitución —recuerden, para su nueva configuración peatonal se arrancaron para ser trasplantadas y parece que la mayoría perecieron en el intento— ahora el Ayuntamiento ni siquiera lo ha intentado de nuevo en las obras de San Blas.

Justificando que eran demasiado adultas —verdes y esplendorosas estaban, que yo las veía cuando andaba por allí— pues se han talado sin darles una segunda oportunidad. Parece subsistir en alguna mente concejil una fobia hacia este espécimen arbóreo que espero no se prolongue sobre otro tipo de ejemplares. Aviados estaríamos.

Esto de los árboles en nuestras calles tiene sus tiquismiquis pues es evidente que los necesitamos, y cada vez más, habida cuenta de por dónde van los tiros medioambientales. Saber elegir los que hemos de seguir plantando, dónde hacerlo y cómo mantenerlos adecuadamente ha de ser justificado por criterios técnicos y científicos. Y hay que ponderar desde si son caducifolios o de hoja perenne, si sus raíces son más terrestres o no, si inciden más o menos en la limpieza de las aceras colindantes, cuáles necesitan podas anuales con su coste consiguiente,  y, por supuesto, hay que hacerles llegar riego con agua depurada.

En las últimas obras que se han acometido de Alfonso el Sabio hacia el Tossal se ha procedido, en general, al ensanche de aceras, disminución de plazas de aparcamiento, e instalación de alcorques con árboles sujetos con postes de madera para que se mantengan enhiestos hasta que sus troncos se tornen más fuertes. Con buen criterio se plantaron en invierno, mientras “duermen”, y ahora los vemos llenos de verdes brotes que anuncian su crecimiento en años venideros. Sólo que hay cierto número que no han arraigado, quizás porque no se realizara la operación adecuadamente, quizás porque se adquirieron enfermos o simplemente muertos, o quizás porque el sistema de riego soterrado en algún punto no haya funcionado adecuadamente.

El caso es que pueden contarse. Y uno se pregunta a quién corresponde la responsabilidad de reponerlos; la pancarta de la empresa que acometió las obras de urbanización —y hemos de suponer  que incluían el arbolado— aún está ahí para recordarnos su probable responsabilidad.

Espero que no ocurra como en otra calle, la samblasina Dr. Santaolalla, por donde anduve hace unos días; allí hace dos o tres años también se acometió algo similar y  los alcorques están al cincuenta por ciento inutilizados por falta de los correspondientes árboles.

 

(Artículo de Toni Gil publicado en la Hoja del Lunes de Alicante el 27 de mayo actual)

 

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