martes, 21 de enero de 2025

TOPONIMIA CARTAGENERA (II)

 Continuamos las publicaciones de nuestro compañero Paco Ramírez Munuera con referencia al "habla murciana"

  

La profesora Muñoz Hernández utiliza la forma Lo de para referirse a heredades, escribiendo Lo de Reig o Lo de Vigo, aunque también cita Lo Reche, Lo Montanaro, Lo Capitán, diciendo de estas últimas que son las formas populares de nombrar las haciendas. En esta zona encontramos denominaciones con la misma estructura que los topónimos cartageneros, pero ya no cabría explicarlas por economías de habla.

Lo Capitán es una finca cuyo nombre figura grabado en la fachada de la casa, junto a su escudo de armas.



Fuente: De la Marquesa a Los Montesinos

En Lo Capitán vemos el nombre registrado de esta forma aparentemente anómala: en castellano resulta sintácticamente incorrecto escribir Lo Capitán, Lo Montanaro o Lo Reche, para referir una pertenencia. No es extraño que Muñoz Hernández utilice la forma Lo de, o Finca lo de, para nombrar estos sitios; también indica Lo Reche, como “forma local de denominar la hacienda Lo de Reig”. En cuanto a Lo Blanch, cita una escritura de compra-venta, cuyo contenido extractamos:

D. Francisco Jofre de la present Ciutat de Oriola vehy e habitador Gratis et cetera cum presenti erga ven lluira a seus quasi lluira a Jaume Blanch mercader de dita Ciutat de Oriola habitador qui es present et cetera e aliis suis, un tros de terra campa que esta en lo camp y terme de la dita ciutat en la partida de les Salines... Lo qual tros de terra campa li ha pervengut al dit venedor ab acte de Establiment y Gracia...

Este documento escrito en valenciano resulta muy valioso, ya que en él aparece el artículo lo para señalar lo camp (el campo) y Lo qual tros de terra (El pedazo de tierra); ello explicaría su aparición delante del onomástico del dueño, para designar la propiedad. Es más, la autora repara en que:

… la hacienda de Blanch limitaba con la de Diego Montesinos, lo que nos permite afirmar que en el siglo XVII ya existía esta finca, en la que se asentó el vecindario que dio lugar al pueblo de Los Montesinos. Otro tanto ocurrió con la de Jaume Blanch, que hoy conocemos como barrio de “Lo Blanc o Lo Blanque”. La misma apreciación podemos atribuir a la finca Lo de Reig, denominada coloquialmente Lo Reche.

El comentario tiene varios aspectos que merecen ser considerados:

1.    Estamos ante las denominaciones originales de los topónimos Lo Blanc y Lo Reche, tal como se nombraban en el antiguo reino de Valencia. De ello queda constancia también en Tirant lo Blanch, la famosa obra de Joanot Martorell; con el paso del tiempo se tendió a poner la denominación de estos lugares en español: los de procedencia castellana como Montesinos tendrían una evolución natural, obteniendo como resultado Los Montesinos.

2.    La evolución de los apellidos de origen valenciano-catalán habría sido distinta: el Blanc valenciano se castellaniza como Blanque, al igual que Reig devendría en Reche, Puig en Puche o Roig en Roche. Otro tanto ocurre con las haciendas, que han visto convertido en neutro su original artículo masculino, a la vez que añaden la partícula de; se obtendrían así Lo de Blanc y Lo de Reig, como formas de indicar su pertenencia.

3. La convivencia de estas nuevas acepciones con sus formas “coloquiales” es indicativa del gran arraigo que mantienen los nombres originales. Pero al conservarse la partícula medieval lo su castellanización resulta forzada, haciendo flaco favor los topónimos resultantes a las heredades que mencionan; para evitarlo se apela a formas como Finca lo de Reig. Aunque Lo Reche era el nombre valenciano del predio, su castellanización a Lo de Reig quizás no acabara de “poner en valor” la hacienda.

Creemos que estos hallazgos dan una explicación coherente a la problemática planteada en el Campo de Cartagena: la composición de onomásticos geográficos precedidos de Lo no se debería a que el habla murciana abreviara la forma de designar lo de Alguien, sino a que conservan su estructura original. En valenciano es normal el uso del artículo determinado con nombres propios, pero en castellano puede resultar demasiado coloquial, cuando no ordinario.

Hemos tenido que salir del perímetro de la Región de Murcia para vislumbrar la génesis de esta particular forma de denominación. A veces la nomenclatura toponímica evoluciona: con el paso del tiempo, algunos nombres de lugar se adaptan al castellano, mientras otros se mantienen inalterados y llegan a fosilizarse. Esto es lo que ha ocurrido con los onomásticos geográficos del Campo de Cartagena que mantienen su estructura original, lo que resulta culturalmente enriquecedor.



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