LA VERDAD NO SE FILTRA
José Jurado
Escribo estas líneas el día 13 de noviembre de 2025. El mismo
día que termina el juicio contra el Fiscal General del Estado. Lo he seguido
con atención, porque indudablemente ha sido uno de los acontecimientos más
significativos y tristes que han ocurrido en los últimos tiempos en este país,
y no es precisamente porque un Fiscal General se haya sentado en un banquillo
de los acusados ante un tribunal de Justicia, sino porque lo que comenzó siendo
una estrategia defensiva de un defraudador frente al fisco, es decir de un
ladrón confeso, se ha convertido en un juicio contra la Verdad.
Evidentemente el autor de esta frase también ha seguido el
juicio sin perderse un segundo, era el acusado, y ha estudiado muy bien sus
últimas palabras: La Verdad no se filtra.
Para llegar a esta conclusión hay que remontarse al primer
día, cuando uno de los periodistas, José Preciado, testigo, dijo aquello de:
“Mi fuente no es el Fiscal General del Estado”. Era el primero de muchos que
han repetido esa misma frase, pero esa, por ser tal vez la primera, pilló de
sorpresa el presidente del tribunal, que representaba ni más ni menos que a
todo un Tribunal Supremo de un país. El juez, como impulsado por un resorte,
prefiero creer, que del asiento de su poltrona, saltó y dijo: “No nos amenace”.
No le dio tiempo a valorar que aquellas palabras dichas en
aquel momento y desde aquel lugar, se convirtieron en la prueba del algodón de
lo que estaba por pasar. Como diría alguien de mi pueblo: puso al carro delante
de las mulas. Y a partir de aquel momento el juicio ya no era contra el Fiscal
General, sino contra la mismísima Verdad. Aquel: No nos amenace”, salido del
corazón, arrancó la venda de la diosa Temis y a ésta le tembló el pulso
desequilibrándose su balanza.
Para un espectador plasmático como yo, que fríamente seguía
el espectáculo desde la silla de anea de su cocina, frente a un plato de
lentejas, que no era el de Esaú, fue como si el mundo se hubiera vuelto del
revés; como si el banquillo de los acusados fuese el del de los siete
magistrados del tribunal, defendiéndose de las palabras de un testigo. Y lo que
es peor, me hicieron pensar si la sentencia ya no estaría escrita, y que
aquellas palabras: “El fiscal no es mi fuente”, se habían convertido en un borrón
en tan pulcro pliego. Y el juicio ya no era sobre si el fiscal había roto o no
el secreto profesional sagrado de la justicia, sino que se convirtió en un
careo entre la Verdad y la mentira. Y al de las lentejas, o sea a mí, se me
cayeron los palos del sombrajo viendo cómo la Ética rodaba por los suelos.
Menos mal que estaban alfombrados. Aunque pensándolo bien no sé si eso es
bueno. Depende del polvo que se oculte bajo ellas.
El juicio se había convertido en un careo entre la Verdad y
la mentira. Y no se puede rebajar más a la primera. La Verdad es un valor
supremo de la humanidad. Un punto de referencia universal; un derecho
inalienable del ser humano.
A partir de ahí lo demás ya poco importaba. Había quedado en
evidencia que este juicio jamás debería haberse celebrado porque se estaba
juzgando a una persona por decir la Verdad. Y ésta duele, lo había dejado muy
claro el presidente del tribunal con su respingo.
Por eso mismo tampoco importa ya la sentencia. Eso es lo de
menos. No será más que una fórmula burocrática, que el colofón a un
despropósito, en el que la Verdad ha sido pisoteada, herida y filtrada. Por eso
las palabras del Fiscal son lapidarias: La Verdad no se filtra. Pero ya es
tarde.
Desde mi silla de anea ante mi plasma, siento vergüenza de
pertenecer a un país donde se filtra a la Verdad. Como ciudadano tengo el
derecho a saberla siempre y en todos los casos, sin filtrar, sin adulterar, sin
instrumentalizar al albur de un presunto delincuente.
Lo he dicho en muchas otras ocasiones. Hemos ido retirando
tantos puntos de referencia en nuestra vida moderna, y uno de los más
importantes es la Verdad, que ahora andamos perdidos.
Ojalá este teatro tan bien montado en cuanto a su
escenografía, en cuanto a su tramoya, pueda servir para reflexionar sobre la
frase del Fiscal:
La Verdad no se filtra.
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