domingo, 24 de diciembre de 2023

EL HABLA MURCIANA- EL SESEO CARTAGENERO

 Siguiendo con la publicación de artículos referentes al Habla Murciana, ofrecemos este nuevo capítulo, último del presente año, hasta que el próximo Enero de 2024 continuemos con los capítulos correspondientes. 

El seseo es una variación del sistema de sibilantes del español que se produce en determinadas zonas meridionales de nuestra Península, siendo la comarca cartagenera una de las áreas donde este rasgo resulta distintivo. En estas tierras minería y pesca constituyeron durante siglos las actividades de sus gentes, siendo el seseo un rasgo característico del habla popular.

A pesar de la reconocida antigüedad del fenómeno, existe controversia sobre sus raíces. Ya en 1651 el caballero don Nicolás Dávila escribió en su obra Compendio de la ortografía castellana:Vicio es notable usar de la s, por la c, cedilla, y costumbre de los sevillanos, aunque también en Cartagena, mi patria, he conocido a muchos este defecto, quizá por la vecindad de Valencia, donde está muy introducido”.

Casi tres siglos después, don Justo García Soriano lo engloba junto al valenciano, diciendo: “El seseo valenciano, o permuta del sonido interdental -c y -z por el alveolar fricativo sordo de -s, se conserva en algunas comarcas de la parte levantina y meridional de la región”. También don Manuel Alvar tiene clara su procedencia: “Hay seseo de origen valenciano en los pueblos de Alicante que hablan murciano, en Cartagena y La Unión, pero se mantiene la –z en el resto del dominio”.

Sin embargo, para el profesor José Muñoz Garrigós el seseo cartagenero se habría documentado de procedencia andaluza, debido a los emigrantes que desde el siglo XVI vinieron a trabajar en las minas de alumbre. Pero quien fuera Jefe del Archivo Municipal de Cartagena, don Alfonso Grandal, no se explica bien cómo Mazarrón, siendo zona minera situada junto a Almería, no aspira las eses.  

Por otro lado, la doctora Mercedes Abad Merino, recurriendo al Libro de las Ordenanzas de la Ciudad de Cartagena del siglo XVIII, muestra la presencia del seseo: “como rasgo peculiar del habla cartagenera que se desliza incluso en la lengua escrita”. Concluye Abad Merino sin un pronunciamiento definitivo, diciendo que: “es de suponer que en los próximos años asistiremos al desenlace de todo este conjunto de interesantes y enriquecedoras hipótesis”.

Como vemos, las posturas son variadas y el tema no acaba de estar cerrado. Por nuestra parte, tan solo haremos esta observación: históricamente la Diócesis de Cartagena comprendía también la demarcación de Orihuela y su comarca, de manera que todo ese espacio conformaba un continuum territorial y poblacional; si además tenemos en cuenta que la repoblación de la zona cartagenera se hizo con gentes valencianas y catalanas, parecería lógico pensar que el mismo fenómeno lingüístico se diera tanto en Orihuela como en Cartagena.

En cuanto a la distinta forma de articular el fonema –s, cabría explicarla por el posterior trasiego de población, quienes harían su particular adaptación fonética. Creemos que estos datos pueden ayudar a esclarecer la naturaleza de esta particularidad, cuya temprana aparición en la zona induce a pensar en su probable extracción valenciana; no obstante, trataremos de profundizar en el tema y aportar algunos detalles que contribuyan a reforzar esta presunción.

El seseo valenciano se distingue por el carácter apical del alófono -s, mientras que la pronunciación cartagenera es básicamente predorsal abierta; este detalle de la confusión entre los fonemas -S y es lo que ha llevado a catalogar el fenómeno como de influencia andaluza, debida a la llegada de trabajadores almerienses a las minas.

Pero hemos visto que Grandal cuestiona el andalucismo de este rasgo, buscando su raíz en el influjo catalán y en la procedencia de la población que llegó a Cartagena durante la Baja Edad Media. Nos parece que la tesis de Grandal está bien fundamentada; a continuación intentaremos aportar algunos argumentos que ayuden a esclarecer el caso: un punto importante a tratar sería el relativo a la presumida influencia andaluza en este fenómeno.

Hemos de considerar que el gran auge de la industria minera no se produciría hasta el siglo XIX; para entonces en Cartagena y su comarca hacía mucho tiempo que se hablaba castellano seseante, con lo que difícilmente se puede achacar este rasgo fonético a la procedencia de los mineros. Otra cuestión es que estos nuevos pobladores adoptasen las formas de habla de la zona y las acomodaran a su particular dicción, lo que no dejaría de tener cierta lógica.  Así, la inmigración minera adoptaría el seseo cartagenero, transmutando su tono original hasta darle el timbre andaluz que ha hecho dudar a los estudiosos del tema sobre su auténtica naturaleza.

Tras este recorrido entendemos que la percepción global se clarifica y el caso de Mazarrón nos ayuda a corroborar esta impresión: los mineros almerienses no sesearon en la zona almazarronera, porque allí no existía previamente rastro de este fenómeno, con lo que no había necesidad de imitarlo.

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