Llevo un par
de semanas que familiares, amigos o simples conocidos me preguntan, comentan y
hasta piden consejo acerca de los acontecimientos que están rodeando al Banco
Sabadell, se supone que por haber estado ligado a la desaparecida CAM durante
medio siglo —1961, año en que accedí, hasta 2011, en que me jubilé
definitivamente tras cinco años de “pre”—. Además viví tres fusiones: en 1976
se unieron la Caja del Sureste, Monserrate de Orihuela, Crevillente, Novelda y
Alcoy, creando la Caja de Alicante y Murcia (CAAM) a la que se añadió la de
Alhama de Murcia un año después. En 1988, ya de cara a su fusión con la Caja de
Torrent que se produciría en 1989, se produjo el cambio de nombre a Caja del
Mediterráneo (CAM). Y en 1992, manteniéndose la marca, se realizó la fusión con
la Caja de Ahorros Provincial de Alicante y Valencia, producto de la unión de
la CAP alicantina con su homónima de la diputación valenciana. La CAM también
se haría con el Abbey National Bank y Banco Sanpaolo en 1998 sin aspavientos.
En la primera,
aun no existiendo sensibilidad institucional en la “relación con los medios”,
ya andaba yo a veces de “correveidile” a los periódicos y emisoras. En las
siguientes, ya más formalmente como responsable de Comunicación, tuve
oportunidad de intervenir. Digo esto para escribir mis primeras opiniones sobre
los hechos que hemos vivido estas últimas semanas y que he ido compartiendo con
distintos interlocutores.
Una. La discreción fue la base sobre la que se
sustentaron las negociaciones y los contactos previos y los primeros acuerdos.
Nada de enviar comunicados y ofertas por escrito (con copia a los medios y/o a
los mercados financieros). Silencio hasta llegar a acuerdos “entre caballeros”.
Dos. La justificación de
la unión de dos empresas ofrece argumentos muy sostenibles: la disminución de
costes de estructura, la ampliación de los mercados en los que puede actuar la
“nueva” y, por ende, el aumento de los beneficios. Pero existen distintas
clases de rentabilidad: una sería la obtención de excedentes (en el caso de las
Cajas, para sus obras sociales; en el actual, para retribuir a los
accionistas). Pero existen otras: se pueden minorar los gastos (de energía, de
consumibles, de personal…). Pero también los bancos tienen una responsabilidad
social: atender adecuadamente a sus clientes.
Tres. Políticos y empresarios se
han llenado la boca de exigencias sobre el hecho de que el Banco Sabadell deba
mantener su sede social en Alicante. Conviene recordar que ello se produjo a
raíz de la “situación catalana” y los visos de independentismo que corrían, y
que hoy, como hemos visto por los resultados de las recientes elecciones, han
decaído sensiblemente. En el caso de las Cajas que yo viví se tuvo especial
cuidado, creando “sedes intermedias” dotándolas de contenido para dar
satisfacción “local”. En el actual, cabe recordar que hace unos pocos meses el
Sabadell intentaba fusionar a Unicaja Banco y parece que hasta ofreció llevar
la sede a Málaga para propiciar la operación. Así que, no nos sorprendamos de
cualquier cosa que pueda ocurrir al respecto.
Cuatro. Los empleados. Los actuales del BS
provenientes de la antigua CAM, y quizás el resto, están sobrecargados de
tensión. Parece que están muy presionados para la consecución de sus objetivos,
las normas sobre horarios y atención al público. Hace unos días viví un hecho
que me produjo lo que se suele definir como “vergüenza ajena”. Estaba yo frente
a un cajero automático y salió de la sucursal una señora muy mayor que andaba
apoyándose en una sillita con ruedas: “Acabo de arreglar unas cuestiones, pero
me han dicho que para sacar dinero que venga al cajero…”. Así que no me extraña
que media hora después de aquel primer comunicado anunciando la oferta de
fusión una empleada cincuentona me pasara un mensaje con el comentario “A ver
si me prejubilo…”
Cinco. Despidos, EREs, jubilaciones anticipadas. Tengo que recordar que no solo porque los sindicatos hicieron bien su
trabajo sino porque también los directivos de las Cajas cuando se produjeron
aquellas citadas fusiones hubo distintas propuestas dirigidas a amortizar
puestos de trabajo, siempre fueron de carácter voluntario y generalmente muy
bien aceptados. En los últimos tiempos he conocido regulaciones de
características muy distantes a las de entonces, así que no se animen los
empleados.
Seis. Cierre de oficinas. Obviamente se producirían: un
caso claro, en la localidad de Agost hay una sucursal casi enfrente de la otra;
lo lógico en caso de un solo banco, una de ellas se cerraría, pero es que
actualmente solo abre unas horas a la semana, y si el cajero automático se
traga tu tarjeta, no hay empleado que te la pueda retornar, porque el servicio
de mantenimiento (incluida la provisión de billetes) está externalizado.
Siete. Beneficio para los accionistas. Olvidémonos
de los grandes inversores, que esos irán a lo suyo. Los pequeños, entre los que
me encuentro porque se me pidió que lo fuera para apoyar el “producto” cuando
estaba bajando. Se nos dice, desde instancias políticas, que nos neguemos cuando
llegue la OPA para defender al banco como si fuera alicantino. Ahí no puedo dar
consejo alguno, y cada cual debe tomar decisiones siguiendo su propio criterio.
Cabe decir que ahora parece que se nos considera importantes; pero en general,
los pequeños accionistas son prácticamente olvidados.
Ocho. La competencia. Ahora asusta que cada vez pueda
haber menos oferta y, por ende, menos competitividad. Olvidan que estamos en un
sistema capitalista, y que las empresas y sus propietarios son los únicos que
pueden decidir sobre su futuro. Si el Estado quiere ser intervencionista habrá
que cambiar el marco en el que convivimos. Mas que prohibir entiendo que la
alternativa sería incentivar, por ejemplo en el caso de las oficinas bancarias
en pequeños municipios que disfrutaran de algún beneficio en materia de
impuestos locales, autonómicos y/o nacionales. En ese campo sí se puede
intervenir. También se podría dotar a las personas mayores y a los
económicamente débiles de alguna identificación para que aquella entidad les
preste SERVICIO —lo escribo con mayúsculas— reciba algún tipo de compensación
tributaria por su aportación social.
Resumen. He oído que el presidente francés
ha instado al Banco Santander a adquirir bancos galos para lograr un volumen
suficiente que permita una defensa eficaz frente a entidades financieras no
europeas. Conviene resaltar que la Unión no ha terminado de consolidar muchos
aspectos económicos, entre otros el de la moneda única: solo 20 de los 27
países la tienen adoptada, y quiero pensar que si Gran Bretaña lo hubiera hecho
el brexit quizás no se hubiera producido. Así que el tamaño
aquí sí importa, pero eso no justifica la forma de hacer las cosas; en nuestro
caso, además, aún quedan entidades financieras de mucho menor tamaño que el BS
para ser “succionadas” pero nada podrá evitar, en mi modesta opinión, que
quien quiera hacerlo lo consiga.
No se corten
las venas los que ahora protestan, tenían que haberse opuesto en 2012 cuando
CAM se adjudicó al Sabadell, o incluso antes, cuando se politizaron los
Consejos de Administración de las Cajas y no cumplieron con su labor de tutela.
Toni Gil
(Publicado en Hoja del Lunes de
Alicante el 20 de mayo de 2024)
El papel de la mujer en la Iglesia
Totalmente de acuerdo, en todo y más en lo último sobre la politizscion de las Cajas de Ahorro, eso para mi fue el principio del fin de las mismas
ResponderEliminarToni soy Rives
ResponderEliminarGracias, compañero
EliminarTotalment d'acord.
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