lunes, 20 de mayo de 2024

¿A QUIEN AFECTAN LAS FUSIONES BANCARIAS?

 

Llevo un par de semanas que familiares, amigos o simples conocidos me preguntan, comentan y hasta piden consejo acerca de los acontecimientos que están rodeando al Banco Sabadell, se supone que por haber estado ligado a la desaparecida CAM durante medio siglo —1961, año en que accedí, hasta 2011, en que me jubilé definitivamente tras cinco años de “pre”—. Además viví tres fusiones: en 1976 se unieron la Caja del Sureste, Monserrate de Orihuela, Crevillente, Novelda y Alcoy, creando la Caja de Alicante y Murcia (CAAM) a la que se añadió la de Alhama de Murcia un año después. En 1988, ya de cara a su fusión con la Caja de Torrent que se produciría en 1989, se produjo el cambio de nombre a Caja del Mediterráneo (CAM). Y en 1992, manteniéndose la marca, se realizó la fusión con la Caja de Ahorros Provincial de Alicante y Valencia, producto de la unión de la CAP alicantina con su homónima de la diputación valenciana. La CAM también se haría con el Abbey National Bank y Banco Sanpaolo en 1998 sin aspavientos.

En la primera, aun no existiendo sensibilidad institucional en la “relación con los medios”, ya andaba yo a veces de “correveidile” a los periódicos y emisoras. En las siguientes, ya más formalmente como responsable de Comunicación, tuve oportunidad de intervenir. Digo esto para escribir mis primeras opiniones sobre los hechos que hemos vivido estas últimas semanas y que he ido compartiendo con distintos interlocutores.

Una. La discreción fue la base sobre la que se sustentaron las negociaciones y los contactos previos y los primeros acuerdos. Nada de enviar comunicados y ofertas por escrito (con copia a los medios y/o a los mercados financieros). Silencio hasta llegar a acuerdos “entre caballeros”.

Dos.  La justificación de la unión de dos empresas ofrece argumentos muy sostenibles: la disminución de costes de estructura, la ampliación de los mercados en los que puede actuar la “nueva” y, por ende, el aumento de los beneficios. Pero existen distintas clases de rentabilidad: una sería la obtención de excedentes (en el caso de las Cajas, para sus obras sociales; en el actual, para retribuir a los accionistas). Pero existen otras: se pueden minorar los gastos (de energía, de consumibles, de personal…). Pero también los bancos tienen una responsabilidad social: atender adecuadamente a sus clientes.

Tres. Políticos y empresarios se han llenado la boca de exigencias sobre el hecho de que el Banco Sabadell deba mantener su sede social en Alicante. Conviene recordar que ello se produjo a raíz de la “situación catalana” y los visos de independentismo que corrían, y que hoy, como hemos visto por los resultados de las recientes elecciones, han decaído sensiblemente. En el caso de las Cajas que yo viví se tuvo especial cuidado, creando “sedes intermedias” dotándolas de contenido para dar satisfacción “local”. En el actual, cabe recordar que hace unos pocos meses el Sabadell intentaba fusionar a Unicaja Banco y parece que hasta ofreció llevar la sede a Málaga para propiciar la operación. Así que, no nos sorprendamos de cualquier cosa que pueda ocurrir al respecto.

Cuatro. Los empleados. Los actuales del BS provenientes de la antigua CAM, y quizás el resto, están sobrecargados de tensión. Parece que están muy presionados para la consecución de sus objetivos, las normas sobre horarios y atención al público. Hace unos días viví un hecho que me produjo lo que se suele definir como “vergüenza ajena”. Estaba yo frente a un cajero automático y salió de la sucursal una señora muy mayor que andaba apoyándose en una sillita con ruedas: “Acabo de arreglar unas cuestiones, pero me han dicho que para sacar dinero que venga al cajero…”. Así que no me extraña que media hora después de aquel primer comunicado anunciando la oferta de fusión una empleada cincuentona me pasara un mensaje con el comentario “A ver si me prejubilo…”

Cinco. Despidos, EREs, jubilaciones anticipadas. Tengo que recordar que no solo porque los sindicatos hicieron bien su trabajo sino porque también los directivos de las Cajas cuando se produjeron aquellas citadas fusiones hubo distintas propuestas dirigidas a amortizar puestos de trabajo, siempre fueron de carácter voluntario y generalmente muy bien aceptados. En los últimos tiempos he conocido regulaciones de características muy distantes a las de entonces, así que no se animen los empleados.

Seis. Cierre de oficinas. Obviamente se producirían: un caso claro, en la localidad de Agost hay una sucursal casi enfrente de la otra; lo lógico en caso de un solo banco, una de ellas se cerraría, pero es que actualmente solo abre unas horas a la semana, y si el cajero automático se traga tu tarjeta, no hay empleado que te la pueda retornar, porque el servicio de mantenimiento (incluida la provisión de billetes) está externalizado.

Siete. Beneficio para los accionistas. Olvidémonos de los grandes inversores, que esos irán a lo suyo. Los pequeños, entre los que me encuentro porque se me pidió que lo fuera para apoyar el “producto” cuando estaba bajando. Se nos dice, desde instancias políticas, que nos neguemos cuando llegue la OPA para defender al banco como si fuera alicantino. Ahí no puedo dar consejo alguno, y cada cual debe tomar decisiones siguiendo su propio criterio. Cabe decir que ahora parece que se nos considera importantes; pero en general, los pequeños accionistas son prácticamente olvidados.

Ocho. La competencia. Ahora asusta que cada vez pueda haber menos oferta y, por ende, menos competitividad. Olvidan que estamos en un sistema capitalista, y que las empresas y sus propietarios son los únicos que pueden decidir sobre su futuro. Si el Estado quiere ser intervencionista habrá que cambiar el marco en el que convivimos. Mas que prohibir entiendo que la alternativa sería incentivar, por ejemplo en el caso de las oficinas bancarias en pequeños municipios que disfrutaran de algún beneficio en materia de impuestos locales, autonómicos y/o nacionales. En ese campo sí se puede intervenir. También se podría dotar a las personas mayores y a los económicamente débiles de alguna identificación para que aquella entidad les preste SERVICIO —lo escribo con mayúsculas— reciba algún tipo de compensación tributaria por su aportación social.

Resumen. He oído que el presidente francés ha instado al Banco Santander a adquirir bancos galos para lograr un volumen suficiente que permita una defensa eficaz frente a entidades financieras no europeas. Conviene resaltar que la Unión no ha terminado de consolidar muchos aspectos económicos, entre otros el de la moneda única: solo 20 de los 27 países la tienen adoptada, y quiero pensar que si Gran Bretaña lo hubiera hecho el brexit quizás no se hubiera producido. Así que el tamaño aquí sí importa, pero eso no justifica la forma de hacer las cosas; en nuestro caso, además, aún quedan entidades financieras de mucho menor tamaño que el BS para ser “succionadas”  pero nada podrá evitar, en mi modesta opinión, que quien quiera hacerlo lo consiga.

No se corten las venas los que ahora protestan, tenían que haberse opuesto en 2012 cuando CAM se adjudicó al Sabadell, o incluso antes, cuando se politizaron los Consejos de Administración de las Cajas y no cumplieron con su labor de tutela.

Toni Gil

(Publicado en Hoja del Lunes de Alicante el 20 de mayo de 2024)

 

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4 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, en todo y más en lo último sobre la politizscion de las Cajas de Ahorro, eso para mi fue el principio del fin de las mismas

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